Vivíamos -Merchi y yo- en Manhattan, en Greenwich Village. Yo trabajaba en NYU y allí fui aprendiendo a sentir la ciencia como algo propio, como algo útil, como algo divertido. En USA habían celebrado su bicentenario y elegido como presidente a Jimmy Carter. España hervía tras la muerte de Franco. En la Quinta Avenida, cerca de la calle 14, comprábamos todas las semanas el Cambio16 y alguna otra cosa. Una vez fuimos a votar a la Casa de Galicia.
Un día recibí una carta invitándome a participar del nuevo proyecto de mi admirado maestro, Jesús Garrido. Chucho había sido Director del colegio donde yo trabajaba, y había fundado un grupo -Padres y Maestros- de investigación en pedagogía y didáctica. Con él había empezado a cuestionarme el sentido de la enseñanza de las ciencias. Hasta entonces yo sólo había escrito sobre didáctica. En aquella carta se me explicaba el interés de tomar la actualidad, la noticia, el periódico, como fuente y pretexto para la educación en las aulas. Se me decía que la realidad cabía dentro del curriculum, que no había que resignarse a la separación entre escuela y vida.
Y así fue. Casi como “corresponsal en New York” empecé a escribir en Prensa Didáctica, un suplemento que se incluía dentro del diario YA. Mis textos eran noticias científicas -que leía en distintas revistas americanas, sobre todo Science News- digeridos de modo que trataban de provocar la curiosidad de adolescentes, e iban acompañados de sugerencias de actividades para el aula. Así fue, en 1976 o 77. Luego, la experiencia continuaría en La Voz de Galicia, en un suplemento análogo que todavía vive, con el nombre de “La Voz de la Escuela”. En los años 80 la actividad divulgadora se extendió y diversificó, y con el tiempo tuve la fortuna de poder trabajar en los medios más diversos, y de aprender. Y aquí seguimos, felizmente.
Moncho Núñez, divulgador científico, fue el creador de los Museos Científicos Coruñeses y en la actualidad es director del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (MUNCYT).
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