Cuando eres joven e inconsciente puedes cometer la insensatez de estudiar Periodismo. Supongo que es lógico si te gusta enterarte de lo que ocurre en el mundo y contarlo a los demás. Pero querer ser periodista científico es de juzgado de guardia.
En la carrera no lo ponen fácil. En realidad ni lo ponen. Además de las asignaturas propias de la profesión desfilan otras relacionadas con el Derecho, la Historia o la Sociología. De Ciencia nada. Mientras estudio hago prácticas en una revista que monto con otros compañeros, o en la radio (¿qué tendrá este medio, eh, Javier y Pilar? ). Me encanta, pero me falta algo aunque no sé lo qué es.
Se acaba la carrera. Hay que buscarse la vida. ¿¡Pero no te dijimos que Periodismo estaba mal!? Mando chorrocientos currículos. O no contestan o recibo un “gracias pero no”. Mientras, más formación. Ya saben, lo de la generación más preparada de la historia. Voy a los cursos de Doctorado de la Uni. La Ciencia aparece, casi de refilón, gracias al periodismo especializado.
Pero me da un poco de pánico. Vale, desde siempre me gustó el Muy Interesante, pero tengo que reconocer que en el cole yo era un vago. Solo me gustaban “las Ciencias” cuando un profe me entusiasmaba por ellas. Si no, suspenso y a clases particulares de trigonometría o de química inorgánica. No es lo mío, asumo. Y como me encanta la Literatura o el Arte, me hago “de Letras puras”. Estás conmigo o contra mí.
No sé si fue por desquite, por pensar que sería una bonita forma de ganarme la vida, por luchar contra lo establecido o por todo un poco. El caso es que empiezo a informarme. Descubro una asociación de periodistas científicos encabezada por un tal Manuel Calvo. Todo un señor presidente no hará caso a un pipiolo recién licenciado, pienso. Pero sí lo hace, y de forma decidida y cercana. En aquella época Internet estaba en las cavernas, así que intercambiamos correspondencia a mano y a máquina. Todavía guardo con cariño sus cartas y libros autografiados. A unos hace ilusión la firma de CR7 y a otros de MC. De todo tiene que haber.
En el Doctorado conozco a Montse Quesada, de la Pompeu Fabra. Me anima a hacer un curso de periodismo científico en Barcelona, con la ayuda de Josep Nieto, en aquella época en la Oberta de Catalunya. Me acogen como si fuera de la casa.
Leo en un periódico al nuevo decano de la Facultad de Ciencias, Manuel Tello, destacando la importancia de la divulgación científica. Voy a su despacho y acabo como becario de investigación para hacer una tesis sobre Periodismo Científico. Cometo otra locura: quiero comprobar en primera persona las particularidades de ambos mundos. Elijo a dos directores, uno de ciencias (Tello), y otro de Periodismo (Ofa Bezunartea). Así que trabajo junto a becarios de Periodismo y de Física de la Materia Condensada. Me miran como un bicho raro, un mestizo desubicado. Con el tiempo consideran “normal” mi excentricidad. Del roce sale el cariño.
Mientras hago la tesis, contacto con periodistas científicos, con científicos, con divulgadores, con medios, salen colaboraciones y poco a poco entro en la profesión. Hasta ahora.
Alex Fernández Muerza.- Periodista de Ciencia y Medio Ambiente. Ha colaborado y colabora en diversos medios (Consumer, Quo, El País, Muy Interesante, etc.) Doctor en Periodismo científico por la Universidad del País Vasco. Creador y editor de E-ciencia.com. Ah, y también de Divulgador.es