Por casualidad, como se llega a todos los lugares que merece la pena visitar. Así llegué a la divulgación científica, pero he de aclarar que no supe que aquel era mi destino hasta que alguien me pidió que explicase en qué consistía lo que hacíamos. Gabriel García Márquez habla de la “Bendita manía de contar”, y es la única explicación a la que doy cierta credibilidad cuando me pregunto: ¿y tú cómo llegaste a esto?
Mi historia comienza en la radio, claro (siempre la radio, ¿verdad Javier?). Un director inconsciente me propuso presentar y dirigir un programa de radio de tarde; magazine, dijo. “Los temas que tú quieras tratar, cosas curiosas, que se salgan de la actualidad pura y dura”. Cuatro horas, en directo. “Presupuesto cero”, añadió. Una explicación que estaba de más, porque la época y los medios “eran los que son”.
Alguien había dejado encima de la mesa la revista Elhuyar: divulgación científica en euskara. Cumplía los requisitos: historias curiosas y prácticamente gratis, porque los medios locales entonces (algo me dice que todavía hoy es así) eran bastante proclives a establecer colaboraciones a cambio de publicidad. Podría estar bien. Una llamada fue suficiente para llegar al acuerdo: Iñaki Irazabalbeitia y Joxerra Aizpurua se comprometieron a pasarse por la emisora, media hora cada semana, a cambio de unas cuñas de publicidad.
Comenzamos sin paracaídas ni anestesia, allá por 1991. Sin la presión de índices de venta o audiencia, aprendimos qué funciona y qué no en el lenguaje radiofónico. Profesores universitarios empezaron a visitarnos, también algunos tecnólogos, e investigadores. Me entró el gusanillo. La Bendita Manía de Contar. Varios años más tarde, me incorporé al equipo de la revista, con un reportaje sobre el proceso de fabricación de las carboneras, apartado infográfico incluido.
Comenzamos a pensar desde “fuera de la caja”. Hoy en día diríamos que desarrollamos un portfolio de productos para los medios de comunicación, pero entonces no lo sabíamos. Aumentaron las colaboraciones en radios, piezas semanales en Argia y Euskaldunon Egunkaria, Gara, Zazpika … Quisimos darle forma con un proyecto singular, una agencia de noticias científicas que ayudase a los productores locales a hacerse un hueco en los medios. Le pusimos nombre, ZETIAZ, y contra todo pronóstico, conseguimos cómplices de lujo, que se prestaron como cobayas para que experimentásemos en fondo y forma sobre cómo acercar su actividad al gran público. El equipo de Pedro Miguel Etxenike (el Donostia International Physics Center todavía era una ilusión) y otros colegas de la Facultad de Química de EHU-UPV, el centro de investigación CEIT (nacería más tarde la IK4 Research Alliance), Ihobe, etc.
La consolidación llegó de la mano del Grupo EITB, que nos ofreció sus medios para continuar “contando historias curiosas”: Norteko Ferrokarrilla, en Euskadi Irratia, y Teknopolis, en sus dos canales. Fue imprescindible la confianza de mucha gente para llevar aquel proyecto de divulgación a una parrilla estable y exigente: los Centros Tecnológicos, y posteriormente la Red Vasca de Ciencia, Tecnología e Innovación, allanaron el camino, al que siguieron otros muchos.
Otras casualidades se cruzaron en mi camino, que me fue llevando hacia la comunicación corporativa, la consultoría, el marketing social… Un recorrido un tanto inconexo por ámbitos de actividad muy diversos. Al mirar hacia atrás, veo dos líneas comunes que van enlanzando los puertos en los que he ido recalando en estos años, que me permiten pensar que hay una cierta coherencia en tantas cosas diferentes: la casualidad, y Bendita Manía de Contar. Y en ello sigo.
Pilar Kaltzada es periodista, escritora y consultora senior en comunicación estratégica. Actualmente es Directora de Comunicación y Relaciones Institucionales en IDE.